Cuando “menos es más” en educación

En el libro de Elschenbroich “Todo lo que hay que saber a los siete años”, se señala que durante los primeros años de vida se debería dar a todos los niños la oportunidad de descubrir que "menos es más" (siguiendo la consigna seguida por el arquitecto Mies van der Roher). Las ventajas de aplicar esta fórmula se ilustra con una experiencia denominada "parvulario sin juguetes" llevada a cabo en la ciudad de Baviera. La idea había partido de la experiencia de un proyecto para la profilaxis de la adicción. A los pedagogos sociales les preocupaba:
1)      que los niños no viviesen la experiencia de disfrutar sin estímulos exteriores;
2)      que dependiesen tanto del juguete creado por la industria y apenas utilizaran recursos propios creados por su imaginación y creatividad;  
3)      que desarrollaran poco su fuerza interior.
La realidad actual es que los niños de las sociedades desarrolladas tienen muchas cosas, demasiadas, y que los adultos creen que el cariño se expresa regalando cosas. Cuando la familia se siente hacinada porque la acumulación de juguetes invade cada vez más el espacio vital, empiezan a deshacerse del lastre como una manera de liberar, de vaciar ese espacio y también de descargar de estímulos los sentidos (un político responsable de medioambiente se quejaba de la cantidad de basura acumulada en las fiestas navideñas; entre ella abundaban juguetes prácticamente nuevos).
No se trata de practicar con los niños la ética de la limitación, sino de poner en marcha una nueva filosofía ciudadana del placer de compartir tiempo para jugar, para dialogar, para dar afecto, etc.  En el primer mundo el tener prima sobre el ser, cuando la auténtica plenitud vital quizá debería residir en reducir los alimentos superfluos del cuerpo y del alma. De este modo, se podría alcanzar una experiencia humana más elevada.
La primacía del tener sobre el ser, y los efectos deleznables que ello produce, está muy bien representada en la película "La fábrica de chocolate". En ella se reproducen distintos estilos educativos de los padres y el efecto que produce en niños y niñas. El mensaje último es que los niños educados en la abundancia no son capaces de apreciar el valor de las cosas (materiales e inmateriales). Por el contrario, los niños socializados en familias que no nadan en la abundancia económica, pero que son capaces de regalar tiempo a sus hijos, muestran valores altruistas, aprecio a la familia y sentido de la equidad y de la mesura.
En los medios de comunicación  cada vez es más frecuente la narración de casos de adolescentes que castigan (física o moralmente) a sus padres, que acosan a sus compañeros, que agreden a ciudadanos por aburrimiento. No forman parte de pandillas callejeras, no provienen de familias desestructuradas, ni de ambientes marginales y pobres; son sencillamente hijos de familias acomodadas que lo tienen todo, que se les ha dado más cosas de las que necesitan y se sienten hastiados. Dónde radica el problema: en la falta de límites claros, en la carencia de afecto por falta de tiempo para compartir lo realmente valioso, en la falta de apego; en definitiva, en una socialización defectuosa en valores morales elevados.



Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con todo lo anterior.
    Vivimos en una sociedad donde en muchas ocasiones la educación y el cariño va relacionado con la abundancia de lo material.
    La realidad es que debemos educar desde la humildad y enseñar a valorar las cosas para asi conseguir la felicidad.

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  2. Comparto firmemente la opinión expuesta en esta entrada de blog. Es una creencia que comparto en mi día a día con mi familia. Soy afortunada de tener una familia numerosa y de tener un gran número de niños y niñas en ella. Gracias a ellos puedo ver cómo, incluso ellos mismos, valoran mucho más el tiempo de calidad en familia que el tiempo con juguetes de manera individual. Y, aunque se puedan utilizar juguetes estando en familia (por ejemplo, juegos de mesa), siguen siendo mucho más agradables y enriquecedores esos momentos de compañía y de compartir experiencias.
    En conclusión, creo que es una idea que se debería implantar en muchos más ámbitos, como en la escuela, pues los niños y niñas se forman como personas tanto dentro como fuera de la escuela y es necesaria una conexión real, no una conexión con objetos que no aportan tanto como otras personas.
    Andrea Rodríguez Pérez

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  3. Laura Martín Tubío

    El consumismo no solamente hace que gastemos más, que por otra parte es verdad que impulsa la economía, pero, ¿hasta que punto es bueno consumir?
    Ya no solo hablamos de la economía, sino de esos valores perdidos, como la creatividad, la imaginación, la comunicación, que han pasado de sr algo normal en el pasado ahora a ser algo increíble que se tenga en la actualidad. Es cierto, los niños y niñas hoy día salen menos con las bicicletas, ya no se comunican con los demás de la misma forma que antes. Muchas veces, en las casas, ocurre tal invasión de juguetees innecesarios y de consolas innecesarias que la propia familia entera, incluido el infante, tienden a desarrollar conductas de estrés por acumulación de objetos. Esto es consecuencia de que los niños y niñas están siendo criados en un ambiente materialista y totalmente digital en muchas ocasiones. Por otra parte, ese impulso que tienen los niños y niñas por tenerlo todo y de lo último no es controlado por sus padres, sino al contrario, es alimentado por ellos, consintiéndoles múltiples cosas.
    Luego vienen las frustraciones en la etapa de secundaria y más adelante, donde empiezan a ver que el mundo no es siempre un SÍ, sino también un NO. Muchos y muchas de los y las que nunca recibieron un NO por respuesta, serán los próximos frustrados y frustradas de la vida.
    Hay unos límites y nos estamos pasando de ellos, siendo controlados y controladas por las empresas, que son el centro de control de masas.

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  4. Luna Díaz - Araque Rodríguez

    Actualmente, la necesidad te conseguir objetos materiales "muchos y si son caros mejor" está llevando a la sociedad hacia el consumismo desenfrenado, así como orientar nuestra vida hacia el deseo de poseer objetos. Dando una falsa vida de que "es mejor quien más tiene cosas". No obstante, como refleja este texto es más importante el poder tener una conexión con familia y amigos que tener la última consola del mercado con la que jugar. a que una amistad cercana, unas risas en la comida familiar es más importante y te llena más el corazón que un simple "ting" de un mensaje del WhatsApp, jugar al Fortnite o salir de compras para conseguir toda la ropa de esta temporada de Agatha Ruiz de la Prada.

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  5. Esto me ha hecho pensar en la forma en que los adultos miran a los niños, teniendo en cuenta lo que nos dice la psicología cuando nos habla de formar resiliencia, ya que básicamente reafirma lo expuesto en este texto. Y es que esta mirada es proteccionista, es decir las familias son optimistas y creen en sus hijos e hijas, pero a la vez los sobreprotegen, dándoles más de lo que necesitan, pero olvidando los limites, sin exigirles responsabilidades, pues son los adultos los que toman estas, creando una dependencia por parte de los niños y niñas.

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  6. Comparto lo anterior y opino que vivimos en una sociedad consumista en esencia, en la que prima lo material y su valor económico, frente a las relaciones y emociones.

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  7. Estoy totalmente de acuerdo con el post, pues cada vez los niños tienen más cosas y esto les hace valorarlas menos. Creo que las familias no son conscientes de la importancia que tiene el apego en la educación de sus hijos, y que es por ello por lo que los niños piden más y más cosas, para llenar ese vacío. Además, muchos niños se olvidan de la importancia de compartir con su entorno.

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  8. Esto me ha hecho pensar en la forma en que los adultos miran a los niños, teniendo en cuenta lo que nos dice la psicología cuando nos habla de formar resiliencia, ya que básicamente reafirma lo expuesto en este texto. Y es que esta mirada es proteccionista, es decir las familias son optimistas y creen en sus hijos e hijas, pero a la vez los sobreprotegen, dándoles más de lo que necesitan, pero olvidando los limites, sin exigirles responsabilidades, pues son los adultos los que toman estas, creando una dependencia por parte de los niños y niñas.
    Edna Dávila Herrera

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  9. Es curioso cómo las afirmaciones que podemos leer en presente artículo no se alejan de la realidad en que viven los hijos/as de familias acomodadas de las sociedades desarrolladas. Parece que quien dispone del todo material carece de valores morales necesarios para desenvolvernos y comunicarnos en sociedad. El ser agradecido, la empata y lograr objetivos con aquello con lo que tenemos es un tesoro que parece que más abunda entre las personas que carecen de riquezas materiales. Por supuesto que no podemos generalizar.
    Los valores de la vida no se enseñan comprando juguetes ni objetos que antepongan el auténtico sentido del vivir y convivir con los demás. Estos valores pueden ser enseñados independientemente de la riqueza material que disponga una familia ya que el dinero no puede comprar la verdadera amistad, la solidaridad, el compañerismo, el amor verdedero y menos aún el desinterés por ayudar a los demás. La familia es valor más importante. Familias ricas que no tienen tiempo para regalar a sus hijos lo compensan regalando juguetes. Familias modestas sólo pueden regalar el tiempo. Aquí podemos apreciar el valor que tiene el tiempo para la educación en valores y estos no se inculcan mediante lo material sino en entornos que promuevan la cultura del ser antes que del tener. Alexej Schustek

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  10. Comparto la misma opinión reflejada en el texto. En la actualidad, nos encontramos con que generalmente las familias acomodadas no prestan atención ni tiempo a sus hijos/as ya que están más centrados en el trabajo o en otros asuntos, y tratan de recompensar esa "falta" con regalos materiales. Esa "falta" conlleva a que estos niños o niñas tiendan a tener una actitud negativa. Por ello, tanto en el entorno familiar y en el entorno escolar, se debe de enseñar a valorar a las personas por su humildad y no por lo material.

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  11. Ángela Mª Luis Lorenzo

    Me siento en total acuerdo con el tema que trata de defender el artículo, ya que en la sociedad actual los padres y madres viven prácticamente en un agobio permanente que no les permite disfrutar de sus hijos, no les dedican tiempo ni se preocupan por su bienestar emocional. Tratan de omitir estos aspectos y compensarlo con el regalo de juguetes o artículos que creen que son beneficiarios para los niños, sin ponerles ningún tipo de límite o reglas para la utilización de los mismos.

    Desde mi experiencia, en mi familia no abundaban los regalos materiales ya que no se podía, pero sí que existía tiempo para dedicárnoslo entre nosotros y disfrutar del resto de miembros de la familia. Cuando era pequeña no lo entendía porque al llegar al colegio, la mayoría de niños tenían muchísimos juguetes después de reyes por ejemplo y yo me tenía que conformar con uno o dos como mucho. Me enfadaba con mis padres y eso les hacía sentir muy mal a ellos, ya que me daban todo lo que podían en ese momento. Después de varios años y viendo la situación desde otro punto de vista, agradezco que hayan sido así conmigo, ya que me han hecho darme cuenta del valor que pueden tener las cosas materiales y, por supuesto, el valor de las cosas inmateriales.

    Por eso, estoy de acuerdo en que menos es más y la idea de "parvulario sin juguetes" sería interesante ponerla en práctica.

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  12. Estoy de acuerdo con el texto. En la actualidad, los padres de una familia acomodada tienden a sustituir el tiempo libre con sus hijos por cosas materiales, como consecuencia los niños de este tipo de familia en las aulas tienen un comportamiento negativo con sus iguales y sus docentes, por la falta de cariño en la casa. Sin embargo, los niños con una familia menos acomodada en la escuela tienen mejor comportamiento e incluso mejores calificaciones, ya que valoran más las cosas de la vida.

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  13. Andrea Medina Hernández

    Se trata de un post muy interesante, el cual se puede apreciar en el día a día desde que ponemos un pie en la calle.

    ¿A quién no le gusta que su hijo/a tenga una sonrisa y sea feliz? Esta claro que a todas las personas les da satisfacción ese hecho, no obstante, debemos de separar la felicidad de lo material. Personalmente, pienso que un regalo, como puede ser un móvil,un ordenador, en el momento te hace sentir bien, se trata de un buen presente y el cual agradeces a la otra persona, no obstante, una vez lo tengas, una vez haya pasado ese período de entusiasmo al abrir el regalo, ¿seremos felices para siempre? Obviamente la respuesta en negativa. Lo material nunca da toda la felicidad. Sí es cierto, que es necesario tener un coche, necesario tener una casa, pero, ¿es necesario llenar a los hijos/as de diversos objetos materiales?

    Realmente, si abarrotamos a los escolares de muchos aspectos materiales, la mayoría de ellos innecesarios, conseguiremos terribles consecuencias. Está claro que las personas que tienen poco, y sobre todo han luchado por tener lo poco que tienen, valoran mucho más las cosas, que una persona que se lo dan todo hecho, en bandeja, que no ha tenido que secarse ni una gota de sudor por ello.

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  14. Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto en la publicación, pues estamos en una sociedad donde le damos más importancia a lo material que a lo esencial. Con esencial quiero hacer referencia a el crecimiento personal, incentivar la creatividad de los niños y niñas haciéndoles partícipes de sus propios juegos y/o aprendizajes, pues es mucho más enriquecedor que, por ejemplo, ellos se hagan una casa con unas sábanas y unos palos de escoba que jugar a la nintendo.

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  15. Desde mi punto de vista, la educación en valores a los niños, incluyendo el aprender a valorar las cosas, no depende sólo de las cosas materiales o de los regalos que les den las familias. Al menos, desde mi experiencia yo lo he vivido así.
    Bien es cierto que si el regalo de estas cosas materiales no se hace de forma adecuada, con el aprendizaje necesario y sin la complementariedad de la educación adecuada puede ser perjudicial y que se creen niños y niñas que no valoren las cosas.
    Pero también es cierto que si se les recompensa por su esfuerzo bien sea de forma material o no, pero siempre con el aprendizaje y el cariño de los familiares no creo que tenga nada de malo.
    María Méndez

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  16. Creo que es verdad que actualmente vivimos en un mundo en el que nos sobra de todo y que por ello no llegamos a valorar la gran importancia de las “pequeñas cosas”.

    Por ejemplo, antiguamente se compartía mucho más ya que la forma de comunicación era mucho más directa al no existir tantos estímulos externos, mientras que actualmente el problema no son sólo los juguetes, sino también los aparatos electrónicos, (que si bien es cierto que dicho problema surge por la mala utilización de ellos), también es un hecho más que evidente que vivimos en un mundo avanzado tecnológicamente y que debemos adaptarnos, pero siempre teniendo presente que los niños/as no son conscientes de ello, y por ende, debemos intentar inculcar en valores para que aprendan que lo importante no es cuánto se tenga, sino a quiénes se tiene.


    María Martinón

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  17. Vivimos en un mundo infectado por el consumismo. Este modo de vida no es una elección propia, la mayor parte de la humanidad se ha convertido en meros peones de una partida que se juega en las altas esferas. Somos las marionetas de un pequeño grupo de empoderados que nos manejan a su antojo y en su propio beneficioso.

    ¿Cómo la hacen? A través de los medios que nos acosan a diario y que nos venden un sueño grandilocuente e inalcanzable: la felicidad plena a través del materialismo. Cuanto más tengamos, más felices seremos; para tener más, debemos trabajar más; para trabajar más debemos renunciar a tiempo con la familia; por último, para compensar las ausencias, regalamos cosas.

    Lamentablemente, el primer eslabón de la cadena humana, los niños y las niñas, se convierte en el último, son los más perjudicados, los grandes olvidados.

    Nos hemos convertido en pequeños ratoncitos, corriendo dentro de una rueda que no llega a ninguna parte, y que nos hace perder la noción de las cosas importantes, de los pequeños placeres de la vida y de la importancia de andar el camino. Lamentablemente, toda nuestra energía se queda ahí, en ese esfuerzo, y nos resta la posibilidad de ver más allá y reconocer nuestros errores.

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  18. Sara de Armas González

    Efectivamente, estoy de acuerdo con la idea de que, en la sociedad actual, las familias viven estresadas porque no tienen tiempo para todo, o eso creen. Ante esto, consideran que la manera más fácil y rápida de mantener a sus hijos e hijas ocupados/as y felices, a su parecer, es dándole todo lo que piden. El mejor móvil, la mejor consola, la mejor ropa, muñecas y juguetes. Mientras ellos y ellas estén jugando, los padres podrán descansar, creyendo que ya están todos los problemas resueltos cuando, realmente, están creando uno mayor. Están metiendo a sus niños y niñas en una burbuja egocéntrica y egoísta, dejando de lado la comunicación y el trato con otras personas. De la misma manera, se olvida el crecimiento como persona de estos menores. No se inculcan valores como la solidaridad, el respeto, porque malas contestaciones y las impertinencias se incrementan cuando no consiguen lo que quieren y, por evitarlas, se le regala todo lo que piden y más. Y mucho menos se incentiva la creatividad o la imaginación, porque no se regalan juegos de mesa, de lógica o libros.

    Al final, la cuestión está en encontrar el equilibro entre lo material y lo inmaterial, de manera que aprendan a valorar cada cosa, pero también cada gesto. Pero más importante es que las familias entiendan que el mejor regalo que pueden hacer es su tiempo.

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  20. Ana Merino Pintor - Alumna en el Grado en Maestro en Educación Primaria en la ULL

    Cuanta razón en un texto que nos habla de valores y educación, la importancia que hay que darle a nuestros pequeños para que en un futuro tengan unos valores intachables. No hace falta ser perfecto, hace falta tiempo y sacrificio por educar a nuestros hijos. No es una generalidad que todos los niños que tienen mucho crecen sin apreciar las cosas y viceversa, creo que tiene más que ver con la educación que se nos de. Puedes tener mucho y tener esa suerte y a la par que tus padres te dediquen el tiempo y constancia suficiente para que te desarrollas como una persona que convive en sociedad, que respeta y que valora ante todas las cosas.

    Además, me gusta mucho la idea de que los niños jueguen con sus propios juguetes inventados o con lo que tengan a su alcance, de esta manera desarrollarán su creatividad y su imaginación y llegará un día en el que sea desbordante. A día de hoy pecamos de seguir la corriente y no tirarnos al vacía y ponernos a crear. Los niños que en vez de jugar con algo prefabricado jueguen con un simple palo imaginando que es un tridente (por poner un ejemplo) tendrán más capacidad el día de mañana para pensar más allá que los otros.

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  21. Carla González González, alumna de Educación Primaria, ULL.

    No podría estar más de acuerdo con lo descrito en este blog. Vivimos encadenados a las tendencias sociales, tales como el capitalismo y consumismo. A día de hoy, consideramos que no tenemos suficiente y debemos tener más, por ello, compramos los últimos modelos de los artículos más novedosos, ya sea ropa, tecnologías, u otros objetos innecesarios.

    Entramos en conflictos tanto interpersonales como intrapersonales a causa de la obsesión por esta tendencia. Nos olvidamos de lo esencial, de los pequeños detalles y de lo que es realmente necesario para nuestro bienestar.

    Debemos aprender que el consumismo nos perjudica, y así, transmitirlo a nuestros hijos, alumnos, y futuras generaciones venideras. Cierto es, que desde hace pocos años, se observa en las aulas una carencia de valores elevada, influida, entre otras cosas, por el consumismo. Los niños tienen la necesidad de presumir de ropa de marca, últimos modelos de móvil o mejores consolas. ¿Qué pasa con todos aquellos que realmente no pueden permitirse ni siquiera ropa nueva? ¿Cómo valoran lo insignificante, si tienen de todo?

    Debemos erradicar este comportamiento, y enseñarles a distinguir qué es lo que necesitan, y qué es lo que quieren. Así, lograremos crear nuevas generaciones con mentes críticas y alejadas de las cadenas sociales, tales como el consumismo.

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