Cuando “menos es más” en educación
En el libro de Elschenbroich “Todo lo que hay que saber a los siete
años”, se señala que durante los
primeros años de vida se debería dar a todos los niños la oportunidad de
descubrir que "menos es más" (siguiendo la consigna seguida por el
arquitecto Mies van der Roher). Las ventajas de aplicar esta fórmula se ilustra
con una experiencia denominada "parvulario sin juguetes" llevada a cabo
en la ciudad de Baviera. La idea había partido de la experiencia de un proyecto
para la profilaxis de la adicción. A los pedagogos sociales les preocupaba:
1)
que los niños no viviesen la experiencia de disfrutar
sin estímulos exteriores;
2)
que dependiesen tanto del juguete creado por la
industria y apenas utilizaran recursos propios creados por su imaginación y
creatividad;
3)
que desarrollaran poco su fuerza interior.
La realidad actual es que los niños de las sociedades desarrolladas
tienen muchas cosas, demasiadas, y que los adultos creen que el cariño se
expresa regalando cosas. Cuando la familia se siente hacinada porque la
acumulación de juguetes invade cada vez más el espacio vital, empiezan a
deshacerse del lastre como una manera de liberar, de vaciar ese espacio y también
de descargar de estímulos los sentidos (un político responsable de
medioambiente se quejaba de la cantidad de basura acumulada en las fiestas
navideñas; entre ella abundaban juguetes prácticamente nuevos).
No se trata de practicar con los niños la ética de la limitación, sino de
poner en marcha una nueva filosofía ciudadana del placer de compartir tiempo
para jugar, para dialogar, para dar afecto, etc. En el primer mundo el tener prima sobre el ser,
cuando la auténtica plenitud vital quizá debería residir en reducir los
alimentos superfluos del cuerpo y del alma. De este modo, se podría alcanzar
una experiencia humana más elevada.
La primacía del tener sobre el ser, y los efectos deleznables que ello
produce, está muy bien representada en la película "La fábrica de
chocolate". En ella se reproducen distintos estilos educativos de los
padres y el efecto que produce en niños y niñas. El mensaje último es que los
niños educados en la abundancia no son capaces de apreciar el valor de las
cosas (materiales e inmateriales). Por el contrario, los niños socializados en
familias que no nadan en la abundancia económica, pero que son capaces de regalar tiempo a sus hijos, muestran
valores altruistas, aprecio a la familia y sentido de la equidad y de la
mesura.
En los medios de comunicación cada
vez es más frecuente la narración de casos de adolescentes que castigan (física
o moralmente) a sus padres, que acosan a sus compañeros, que agreden a
ciudadanos por aburrimiento. No forman parte de pandillas callejeras, no provienen
de familias desestructuradas, ni de ambientes marginales y pobres; son
sencillamente hijos de familias acomodadas que lo tienen todo, que se les ha
dado más cosas de las que necesitan y se sienten hastiados. Dónde radica el
problema: en la falta de límites claros, en la carencia de afecto por falta de
tiempo para compartir lo realmente valioso, en la falta de apego; en
definitiva, en una socialización defectuosa en valores morales elevados.
Totalmente de acuerdo con todo lo anterior.
ResponderEliminarVivimos en una sociedad donde en muchas ocasiones la educación y el cariño va relacionado con la abundancia de lo material.
La realidad es que debemos educar desde la humildad y enseñar a valorar las cosas para asi conseguir la felicidad.
Comparto firmemente la opinión expuesta en esta entrada de blog. Es una creencia que comparto en mi día a día con mi familia. Soy afortunada de tener una familia numerosa y de tener un gran número de niños y niñas en ella. Gracias a ellos puedo ver cómo, incluso ellos mismos, valoran mucho más el tiempo de calidad en familia que el tiempo con juguetes de manera individual. Y, aunque se puedan utilizar juguetes estando en familia (por ejemplo, juegos de mesa), siguen siendo mucho más agradables y enriquecedores esos momentos de compañía y de compartir experiencias.
ResponderEliminarEn conclusión, creo que es una idea que se debería implantar en muchos más ámbitos, como en la escuela, pues los niños y niñas se forman como personas tanto dentro como fuera de la escuela y es necesaria una conexión real, no una conexión con objetos que no aportan tanto como otras personas.
Andrea Rodríguez Pérez
Laura Martín Tubío
ResponderEliminarEl consumismo no solamente hace que gastemos más, que por otra parte es verdad que impulsa la economía, pero, ¿hasta que punto es bueno consumir?
Ya no solo hablamos de la economía, sino de esos valores perdidos, como la creatividad, la imaginación, la comunicación, que han pasado de sr algo normal en el pasado ahora a ser algo increíble que se tenga en la actualidad. Es cierto, los niños y niñas hoy día salen menos con las bicicletas, ya no se comunican con los demás de la misma forma que antes. Muchas veces, en las casas, ocurre tal invasión de juguetees innecesarios y de consolas innecesarias que la propia familia entera, incluido el infante, tienden a desarrollar conductas de estrés por acumulación de objetos. Esto es consecuencia de que los niños y niñas están siendo criados en un ambiente materialista y totalmente digital en muchas ocasiones. Por otra parte, ese impulso que tienen los niños y niñas por tenerlo todo y de lo último no es controlado por sus padres, sino al contrario, es alimentado por ellos, consintiéndoles múltiples cosas.
Luego vienen las frustraciones en la etapa de secundaria y más adelante, donde empiezan a ver que el mundo no es siempre un SÍ, sino también un NO. Muchos y muchas de los y las que nunca recibieron un NO por respuesta, serán los próximos frustrados y frustradas de la vida.
Hay unos límites y nos estamos pasando de ellos, siendo controlados y controladas por las empresas, que son el centro de control de masas.
Luna Díaz - Araque Rodríguez
ResponderEliminarActualmente, la necesidad te conseguir objetos materiales "muchos y si son caros mejor" está llevando a la sociedad hacia el consumismo desenfrenado, así como orientar nuestra vida hacia el deseo de poseer objetos. Dando una falsa vida de que "es mejor quien más tiene cosas". No obstante, como refleja este texto es más importante el poder tener una conexión con familia y amigos que tener la última consola del mercado con la que jugar. a que una amistad cercana, unas risas en la comida familiar es más importante y te llena más el corazón que un simple "ting" de un mensaje del WhatsApp, jugar al Fortnite o salir de compras para conseguir toda la ropa de esta temporada de Agatha Ruiz de la Prada.
Esto me ha hecho pensar en la forma en que los adultos miran a los niños, teniendo en cuenta lo que nos dice la psicología cuando nos habla de formar resiliencia, ya que básicamente reafirma lo expuesto en este texto. Y es que esta mirada es proteccionista, es decir las familias son optimistas y creen en sus hijos e hijas, pero a la vez los sobreprotegen, dándoles más de lo que necesitan, pero olvidando los limites, sin exigirles responsabilidades, pues son los adultos los que toman estas, creando una dependencia por parte de los niños y niñas.
ResponderEliminarComparto lo anterior y opino que vivimos en una sociedad consumista en esencia, en la que prima lo material y su valor económico, frente a las relaciones y emociones.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con el post, pues cada vez los niños tienen más cosas y esto les hace valorarlas menos. Creo que las familias no son conscientes de la importancia que tiene el apego en la educación de sus hijos, y que es por ello por lo que los niños piden más y más cosas, para llenar ese vacío. Además, muchos niños se olvidan de la importancia de compartir con su entorno.
ResponderEliminarEsto me ha hecho pensar en la forma en que los adultos miran a los niños, teniendo en cuenta lo que nos dice la psicología cuando nos habla de formar resiliencia, ya que básicamente reafirma lo expuesto en este texto. Y es que esta mirada es proteccionista, es decir las familias son optimistas y creen en sus hijos e hijas, pero a la vez los sobreprotegen, dándoles más de lo que necesitan, pero olvidando los limites, sin exigirles responsabilidades, pues son los adultos los que toman estas, creando una dependencia por parte de los niños y niñas.
ResponderEliminarEdna Dávila Herrera
Es curioso cómo las afirmaciones que podemos leer en presente artículo no se alejan de la realidad en que viven los hijos/as de familias acomodadas de las sociedades desarrolladas. Parece que quien dispone del todo material carece de valores morales necesarios para desenvolvernos y comunicarnos en sociedad. El ser agradecido, la empata y lograr objetivos con aquello con lo que tenemos es un tesoro que parece que más abunda entre las personas que carecen de riquezas materiales. Por supuesto que no podemos generalizar.
ResponderEliminarLos valores de la vida no se enseñan comprando juguetes ni objetos que antepongan el auténtico sentido del vivir y convivir con los demás. Estos valores pueden ser enseñados independientemente de la riqueza material que disponga una familia ya que el dinero no puede comprar la verdadera amistad, la solidaridad, el compañerismo, el amor verdedero y menos aún el desinterés por ayudar a los demás. La familia es valor más importante. Familias ricas que no tienen tiempo para regalar a sus hijos lo compensan regalando juguetes. Familias modestas sólo pueden regalar el tiempo. Aquí podemos apreciar el valor que tiene el tiempo para la educación en valores y estos no se inculcan mediante lo material sino en entornos que promuevan la cultura del ser antes que del tener. Alexej Schustek
Comparto la misma opinión reflejada en el texto. En la actualidad, nos encontramos con que generalmente las familias acomodadas no prestan atención ni tiempo a sus hijos/as ya que están más centrados en el trabajo o en otros asuntos, y tratan de recompensar esa "falta" con regalos materiales. Esa "falta" conlleva a que estos niños o niñas tiendan a tener una actitud negativa. Por ello, tanto en el entorno familiar y en el entorno escolar, se debe de enseñar a valorar a las personas por su humildad y no por lo material.
ResponderEliminarÁngela Mª Luis Lorenzo
ResponderEliminarMe siento en total acuerdo con el tema que trata de defender el artículo, ya que en la sociedad actual los padres y madres viven prácticamente en un agobio permanente que no les permite disfrutar de sus hijos, no les dedican tiempo ni se preocupan por su bienestar emocional. Tratan de omitir estos aspectos y compensarlo con el regalo de juguetes o artículos que creen que son beneficiarios para los niños, sin ponerles ningún tipo de límite o reglas para la utilización de los mismos.
Desde mi experiencia, en mi familia no abundaban los regalos materiales ya que no se podía, pero sí que existía tiempo para dedicárnoslo entre nosotros y disfrutar del resto de miembros de la familia. Cuando era pequeña no lo entendía porque al llegar al colegio, la mayoría de niños tenían muchísimos juguetes después de reyes por ejemplo y yo me tenía que conformar con uno o dos como mucho. Me enfadaba con mis padres y eso les hacía sentir muy mal a ellos, ya que me daban todo lo que podían en ese momento. Después de varios años y viendo la situación desde otro punto de vista, agradezco que hayan sido así conmigo, ya que me han hecho darme cuenta del valor que pueden tener las cosas materiales y, por supuesto, el valor de las cosas inmateriales.
Por eso, estoy de acuerdo en que menos es más y la idea de "parvulario sin juguetes" sería interesante ponerla en práctica.
Estoy de acuerdo con el texto. En la actualidad, los padres de una familia acomodada tienden a sustituir el tiempo libre con sus hijos por cosas materiales, como consecuencia los niños de este tipo de familia en las aulas tienen un comportamiento negativo con sus iguales y sus docentes, por la falta de cariño en la casa. Sin embargo, los niños con una familia menos acomodada en la escuela tienen mejor comportamiento e incluso mejores calificaciones, ya que valoran más las cosas de la vida.
ResponderEliminarAndrea Medina Hernández
ResponderEliminarSe trata de un post muy interesante, el cual se puede apreciar en el día a día desde que ponemos un pie en la calle.
¿A quién no le gusta que su hijo/a tenga una sonrisa y sea feliz? Esta claro que a todas las personas les da satisfacción ese hecho, no obstante, debemos de separar la felicidad de lo material. Personalmente, pienso que un regalo, como puede ser un móvil,un ordenador, en el momento te hace sentir bien, se trata de un buen presente y el cual agradeces a la otra persona, no obstante, una vez lo tengas, una vez haya pasado ese período de entusiasmo al abrir el regalo, ¿seremos felices para siempre? Obviamente la respuesta en negativa. Lo material nunca da toda la felicidad. Sí es cierto, que es necesario tener un coche, necesario tener una casa, pero, ¿es necesario llenar a los hijos/as de diversos objetos materiales?
Realmente, si abarrotamos a los escolares de muchos aspectos materiales, la mayoría de ellos innecesarios, conseguiremos terribles consecuencias. Está claro que las personas que tienen poco, y sobre todo han luchado por tener lo poco que tienen, valoran mucho más las cosas, que una persona que se lo dan todo hecho, en bandeja, que no ha tenido que secarse ni una gota de sudor por ello.
Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto en la publicación, pues estamos en una sociedad donde le damos más importancia a lo material que a lo esencial. Con esencial quiero hacer referencia a el crecimiento personal, incentivar la creatividad de los niños y niñas haciéndoles partícipes de sus propios juegos y/o aprendizajes, pues es mucho más enriquecedor que, por ejemplo, ellos se hagan una casa con unas sábanas y unos palos de escoba que jugar a la nintendo.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, la educación en valores a los niños, incluyendo el aprender a valorar las cosas, no depende sólo de las cosas materiales o de los regalos que les den las familias. Al menos, desde mi experiencia yo lo he vivido así.
ResponderEliminarBien es cierto que si el regalo de estas cosas materiales no se hace de forma adecuada, con el aprendizaje necesario y sin la complementariedad de la educación adecuada puede ser perjudicial y que se creen niños y niñas que no valoren las cosas.
Pero también es cierto que si se les recompensa por su esfuerzo bien sea de forma material o no, pero siempre con el aprendizaje y el cariño de los familiares no creo que tenga nada de malo.
María Méndez
Creo que es verdad que actualmente vivimos en un mundo en el que nos sobra de todo y que por ello no llegamos a valorar la gran importancia de las “pequeñas cosas”.
ResponderEliminarPor ejemplo, antiguamente se compartía mucho más ya que la forma de comunicación era mucho más directa al no existir tantos estímulos externos, mientras que actualmente el problema no son sólo los juguetes, sino también los aparatos electrónicos, (que si bien es cierto que dicho problema surge por la mala utilización de ellos), también es un hecho más que evidente que vivimos en un mundo avanzado tecnológicamente y que debemos adaptarnos, pero siempre teniendo presente que los niños/as no son conscientes de ello, y por ende, debemos intentar inculcar en valores para que aprendan que lo importante no es cuánto se tenga, sino a quiénes se tiene.
María Martinón
Vivimos en un mundo infectado por el consumismo. Este modo de vida no es una elección propia, la mayor parte de la humanidad se ha convertido en meros peones de una partida que se juega en las altas esferas. Somos las marionetas de un pequeño grupo de empoderados que nos manejan a su antojo y en su propio beneficioso.
ResponderEliminar¿Cómo la hacen? A través de los medios que nos acosan a diario y que nos venden un sueño grandilocuente e inalcanzable: la felicidad plena a través del materialismo. Cuanto más tengamos, más felices seremos; para tener más, debemos trabajar más; para trabajar más debemos renunciar a tiempo con la familia; por último, para compensar las ausencias, regalamos cosas.
Lamentablemente, el primer eslabón de la cadena humana, los niños y las niñas, se convierte en el último, son los más perjudicados, los grandes olvidados.
Nos hemos convertido en pequeños ratoncitos, corriendo dentro de una rueda que no llega a ninguna parte, y que nos hace perder la noción de las cosas importantes, de los pequeños placeres de la vida y de la importancia de andar el camino. Lamentablemente, toda nuestra energía se queda ahí, en ese esfuerzo, y nos resta la posibilidad de ver más allá y reconocer nuestros errores.
Sara de Armas González
ResponderEliminarEfectivamente, estoy de acuerdo con la idea de que, en la sociedad actual, las familias viven estresadas porque no tienen tiempo para todo, o eso creen. Ante esto, consideran que la manera más fácil y rápida de mantener a sus hijos e hijas ocupados/as y felices, a su parecer, es dándole todo lo que piden. El mejor móvil, la mejor consola, la mejor ropa, muñecas y juguetes. Mientras ellos y ellas estén jugando, los padres podrán descansar, creyendo que ya están todos los problemas resueltos cuando, realmente, están creando uno mayor. Están metiendo a sus niños y niñas en una burbuja egocéntrica y egoísta, dejando de lado la comunicación y el trato con otras personas. De la misma manera, se olvida el crecimiento como persona de estos menores. No se inculcan valores como la solidaridad, el respeto, porque malas contestaciones y las impertinencias se incrementan cuando no consiguen lo que quieren y, por evitarlas, se le regala todo lo que piden y más. Y mucho menos se incentiva la creatividad o la imaginación, porque no se regalan juegos de mesa, de lógica o libros.
Al final, la cuestión está en encontrar el equilibro entre lo material y lo inmaterial, de manera que aprendan a valorar cada cosa, pero también cada gesto. Pero más importante es que las familias entiendan que el mejor regalo que pueden hacer es su tiempo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAna Merino Pintor - Alumna en el Grado en Maestro en Educación Primaria en la ULL
ResponderEliminarCuanta razón en un texto que nos habla de valores y educación, la importancia que hay que darle a nuestros pequeños para que en un futuro tengan unos valores intachables. No hace falta ser perfecto, hace falta tiempo y sacrificio por educar a nuestros hijos. No es una generalidad que todos los niños que tienen mucho crecen sin apreciar las cosas y viceversa, creo que tiene más que ver con la educación que se nos de. Puedes tener mucho y tener esa suerte y a la par que tus padres te dediquen el tiempo y constancia suficiente para que te desarrollas como una persona que convive en sociedad, que respeta y que valora ante todas las cosas.
Además, me gusta mucho la idea de que los niños jueguen con sus propios juguetes inventados o con lo que tengan a su alcance, de esta manera desarrollarán su creatividad y su imaginación y llegará un día en el que sea desbordante. A día de hoy pecamos de seguir la corriente y no tirarnos al vacía y ponernos a crear. Los niños que en vez de jugar con algo prefabricado jueguen con un simple palo imaginando que es un tridente (por poner un ejemplo) tendrán más capacidad el día de mañana para pensar más allá que los otros.
Carla González González, alumna de Educación Primaria, ULL.
ResponderEliminarNo podría estar más de acuerdo con lo descrito en este blog. Vivimos encadenados a las tendencias sociales, tales como el capitalismo y consumismo. A día de hoy, consideramos que no tenemos suficiente y debemos tener más, por ello, compramos los últimos modelos de los artículos más novedosos, ya sea ropa, tecnologías, u otros objetos innecesarios.
Entramos en conflictos tanto interpersonales como intrapersonales a causa de la obsesión por esta tendencia. Nos olvidamos de lo esencial, de los pequeños detalles y de lo que es realmente necesario para nuestro bienestar.
Debemos aprender que el consumismo nos perjudica, y así, transmitirlo a nuestros hijos, alumnos, y futuras generaciones venideras. Cierto es, que desde hace pocos años, se observa en las aulas una carencia de valores elevada, influida, entre otras cosas, por el consumismo. Los niños tienen la necesidad de presumir de ropa de marca, últimos modelos de móvil o mejores consolas. ¿Qué pasa con todos aquellos que realmente no pueden permitirse ni siquiera ropa nueva? ¿Cómo valoran lo insignificante, si tienen de todo?
Debemos erradicar este comportamiento, y enseñarles a distinguir qué es lo que necesitan, y qué es lo que quieren. Así, lograremos crear nuevas generaciones con mentes críticas y alejadas de las cadenas sociales, tales como el consumismo.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el texto. Hoy en día, vivimos en una sociedad donde el consumismo ha sustituido valores importantes como la creatividad, el tiempo en familia y las conexiones emocionales. Tener demasiados juguetes y cosas externas puede afectar el desarrollo de la imaginación de los niños, que es una parte clave de su crecimiento. Si los niños reciben todo de forma material, pierden la oportunidad de aprender a crear y usar su imaginación para divertirse y crecer.
ResponderEliminarEl enfoque de "menos es más" en la educación ayuda a que los niños dependan menos de lo material y más de su creatividad y emociones. Darles demasiadas cosas no los hace más felices; a menudo los deja insatisfechos. En cambio, pasar tiempo de calidad con ellos y enseñarles a valorar lo que tienen, fomenta cualidades como la empatía, el respeto y el aprecio por lo realmente importante en la vida.
Mi opinión es completamente favorable a lo que se dice en el texto. La sociedad en los últimos años se ha visto absorbida totalmente por el modelo consumista, donde los niños y las niñas han sustituido el pasar tiempo jugando con sus amigos en la calle o pasando tiempo de calidad con sus familias por objetos materiales, mostrando frustración cuando no tienen lo que piden y pagando su frustración con sus familiares, recurriendo al castigo físico o dedicándose a la delincuencia para conseguir lo que quieren. Debido a ello, los niños y niñas han ido perdiendo la oportunidad de crear momentos que marquen su infancia, perdiendo una parte clave en su crecimiento personal y afectando a diferentes desarrollos de su personalidad.
ResponderEliminarPor ello, el enfoque que tiene esta publicación de "menos es más" en la educación es clave para fomentar dentro de las aulas de nuestro sistema educativo, que los niños y niñas deben fomentar más su creatividad, emociones y crear momentos con sus compañeros de clase que se guarden como recuerdos durante toda su vida que llenar esos recuerdos con cosas materiales que a la larga crean posibles vacíos emocionales, dejando de fomentar la empatía, el respeto, la disminución de habilidades comunicativas y sociales y el distanciamiento de las familias.
Francisco Javier Martín Sosa, alumno del Máster de Intervención Psicopedagógica, ULL.
Estoy totalmente de acuerdo con el post. Hay muchas evidencias que demuestran como la gran parte de la esencia del individuo se conforma durante los primeros años de vida. Tal es así, que uno de los aspectos más importantes para el desarrollo del individuo es el apego, el cual debe ser proporcionado en la primera etapa vital por la familia.
ResponderEliminarDe esta manera, si observamos la sociedad actual, veremos como actualmente lo material está sustituyendo esas relaciones tan importantes para los niños, esos momentos que deberían estar compartiendo con sus familiares y amigos para aprender a tener vínculos afectivos sanos y satisfactorios. Esto es un gran error, ya que los niños que no aprendan a relacionarse y no logren desarrollar un tipo de apego seguro, serán probablemente adultos con muchas dificultades en su vida personal y social.
Es por ello que se debería concienciar a las familias sobre el mal uso que están haciendo de los juguetes y las nuevas tecnologías, buscando entretener mediante estas herramientas a sus hijos en lugar de compartir con ellos ratos esenciales para su desarrollo y cuidar ese vínculo tan importante.
Gisela Flores Bartolomé
ResponderEliminarEstoy enormemente de acuerdo con lo que he podido leer en este post. Vivimos en una sociedad consumista y envidiosa, que lleva a las personas a siempre querer lo que tiene el otro o incluso a superarlo, aunque verdaderamente no lo necesite en su vida y sea esto una manera de encajar o de aparentar.
Esto, desgraciadamente es una característica hereditaria de nuestra sociedad, la cual parece que aumenta cada vez más. Las redes sociales y por ende, los/as "influencers" que las guían son los causantes de que adolescentes o incluso niños/as les pidan a sus padres ciertos "lujos materiales", como pueden ser productos de maquillaje que superan los 50 euros o el último Iphone del mercado.
A ello, se le suma la problemática de que gran cantidad de los padres y madres de estos niños/as efectivamente ceden ante la compra de estos caprichos. La justificación es pensar que sus hijos/as pueden ser discriminados o incluso ridiculizados por no poseer lo que sus amigos/as ya tienen. Es decir, no quieren que su hijo/a sea menos que nadie, aunque sean conscientes de que verdaderamente no lo necesitan o incluso no se lo merecen (por mal comportamiento, actos de rebeldía, etc.), esto ya entraría en otro debate.
En definitiva, considero que como sociedad nos estamos dejando llevar por el mundo de las apariencias, las redes sociales y el qué dirán, olvidando esencialidades como los valores humanos, pudiendo ser la empatía, la igualdad o el respeto. Desgraciadamente, esto cada vez se acelera más y llega a las personas en edades más tempranas, teniendo así un mayor número de niños/as caprichosos y materialistas.
Estoy totalmente de acuerdo con el texto. Mis padres siempre han querido educarnos a mis hermanos y a mi siguiendo esta filosofía de "menos es más", y ahora, al comparar a mis primos pequeños, noto una gran diferencia. Los niños de hoy no saben aburrirse; al mínimo que se quejan, los padres les pasan el móvil para "callarlos". Esto no solo afecta su capacidad de gestionar el tiempo o de usar su imaginación, sino también su habilidad para desarrollar una verdadera tolerancia a la frustración. Al darles una solución inmediata a cualquier malestar, se les priva de aprender a manejar sus propias emociones y encontrar formas creativas de entretenimiento.
ResponderEliminarTengo muy claro cómo no quiero educar a mis hijos en el futuro, y este será un aspecto fundamental que tendré en cuenta. Quiero que aprendan a disfrutar del tiempo sin depender de estímulos constantes, a valorar las pequeñas cosas y a desarrollar una auténtica resiliencia. Aunque reconozco que será una tarea difícil si sus amigos no son educados con el mismo enfoque, creo que es crucial crear un ambiente en casa que promueva el equilibrio entre el uso responsable de la tecnología y el fomento de momentos de desconexión y reflexión. Para mí, enseñarles a vivir conscientemente y a no estar atrapados en el ciclo de la gratificación instantánea será un reto, pero uno que vale la pena enfrentar.
Considero que todo lo que se habla en el texto es correcto. Hoy en día existe una sociedad comunista por desgracia y muchos prefieren la obtención de regalos que pasar tiempo de calidad con sus seres queridos. Pienso que hay que ser más consientes de que el tiempo pasa rápido y que las cosas materiales no son tan importantes como lo son la gente que nos rodea, ya que no van a poder estar toda la vida con nosotros. Es mucho más importante pasar tiempo con la familia y los seres queridos que con objetos que no nos van a aportar ni la mitad de lo que nos puede aportar socializar y realizar otro tipo de actividades que no requieran de materiales. A mi me educaron teniendo lo justo y necesario y cuando algo no se podía tener por falta de economía no se tenía y no pasaba nada, y pienso que esos valores que obtuve gracias a esa educación son muy importantes en la actualidad. Considero que no todo en la vida es tener el mejor juguete, el más famoso o el que tienen todos, sino saber que podemos ser más enriquecidos teniendo experiencias que nos proporcionen valores y aprendizajes.
ResponderEliminarEstoy completamente a favor de lo que dice el post. Actualmente, nuestra sociedad está basada en el consumismo, en el querer comprar cada vez más, porque pensamos que cuánto más tengamos, más felices seremos. Pero yo no creo que eso sea así, pues muchas veces cuánto menos tenemos más valoramos las cosas, incluso lo más mínimo.
ResponderEliminarAl leer el texto recordé un caso de una persona que conozco, que cuando era pequeño en los cumpleaños, Navidad, etc., le regalaban todo lo que quería, porque tanto él como sus padres pensaban que cuánto más tenía, más feliz era, e incluso en el colegio iba a tener más amigos por ello. Sin embargo, hace unos meses hablando con él, me comentó que verdaderamente no fue feliz, aunque él pensaba que si tenía los mejores juguetes y lo último en tecnologías lo sería, pero después de unos años se dio cuenta de que no. Disfrutaba más los momentos en familia, con sus amigos en el parque, en la calle con las bicicletas, con sus padres en la finca, etc., que teniendo todo lo que quería.
Esto me hizo pensar en qué fuimos muy distintos en ese sentido, pues mis padres, tanto a mí como a mi hermana, siempre nos enseñaron a pedir lo justo, y que si un año no se podía no había problema, que lo importante era el tiempo que pasábamos juntos, porque al final lo que se quedaba en la memoria era esos momentos.
Por ello, en un futuro educaré a mis hijos/as de la misma manera en la que me criaron, porque lo importante es pasar tiempo de calidad con las personas de tu entorno, en vez de estar continuamente con distracciones como las pantallas o vivir sin tanta saturación de juguetes que muchas veces es innecesario, sino más bien que los niños/as exploren y descubran su entorno y jueguen en él, dándose así un aprendizaje más significativo.
Estoy totalmente de acuerdo, lo importante no es cuánto tienen, sino cómo los educamos en valores y emociones. Si no ponemos límites y enseñamos a los niños y niñas a valorar lo que tienen, podrían convertirse en adolescentes que, a pesar de tenerlo todo, se sienten vacíos. Es una realidad, que muchas familias consideran que darles muchos juguetes a sus hijos e hijas los harán más felices, para que así ellos/as puedan descansar, desconectar, pero en realidad lo que sus hijos e hijas necesitan es tiempo, atención y cariño.
ResponderEliminarEn mi caso, esto lo veo día a día con mis sobrinos, donde el móvil y la tablet juegan un papel fundamental en sus vidas, y en ocasiones prefieren no salir y quedarse jugando con estos aparatos electrónicos. Pero una vez, que se les implanta un límite, un tiempo establecido, para jugar con otros juguetes, para experimentar con una simple caja de cartón, y pasar tiempo con la familia, ya sea para dar un paseo o para jugar juntos, responden de manera positiva y lo valoran mucho más. Considero que no se trata de privarles de cosas, sino de enseñarles a disfrutar de lo que realmente importa.
Estoy completamente de acuerdo con lo que se expone en esta publicación y en cómo se relaciona el concepto “menos es más” con respecto a la educación, ya que en la sociedad actual se le da más importancia a lo que se tiene que a lo que se es, fomentando un consumismo excesivo que deja atrás la filosofía de calidad frente a cantidad.
ResponderEliminarEsto se puede ver fácilmente reflejado en las familias y en cómo regalan a sus hijos e hijas juguetes u otro tipo de cosas materiales con el objetivo de verles felices y que no les falte nada. Esto puede ocurrir por distintos motivos, como intentar compensar el tiempo que no están con ellos a través de regalos, procurar que sus hijos e hijas no carezcan de las mismas cosas de las que ellos carecieron en su infancia, o querer que tengan las mismas oportunidades que los demás y no se sientan inferiores en una sociedad en la que se mide el valor de una persona por lo que posee. Sin embargo, no tienen en cuenta lo importante que es para los niños y niñas el afecto y el tiempo de calidad con sus familias, especialmente para el desarrollo de la empatía y el aprecio genuino por las cosas. A esto se le suma que muchas de esas cosas materiales son dispositivos electrónicos, que no permiten que el niño o niña pase tiempo con sus familias e iguales al estar enganchados a una pantalla, ni que disfrute de otros recursos propios para el desarrollo de la imaginación y creatividad.
Por eso considero que es importante que en el contexto familiar se enfoque la educación desde el “menos es más”, que las familias aprendan a decir no, a no ceder y a buscar mejores alternativas con las que mostrar afecto a sus hijos e hijas que no sea mediante regalos materiales, pero sí a través del disfrute del tiempo juntos, el contacto físico, la escucha y el cuidado. De esta manera, se conseguirá una educación en la que predominen los valores altruistas, la igualdad y el respeto, con el objetivo de disminuir y evitar actitudes basadas en el egoísmo y arrogancia en los niños y niñas de nuestro futuro.
Lara Morín Reverón
Natalia Reyes González, alumna del Máster Universitario en Intervención Psicopedagógica en Contextos de Educación Formal y No Formal de la Universidad de La Laguna.
ResponderEliminarLeer este post me ha hecho reflexionar sobre cómo la sociedad actual ha ido convirtiéndose cada vez más en una sociedad consumista. Como sociedad hemos caído en la trampa del consumo excesivo que está afectando de manera negativa al desarrollo de los niños y de las niñas pues, es como bien plantea Elschenbroich con la idea de “menos es más” donde podemos vernos reflejados en el mundo en el que vivimos y cómo la abundancia de lo material ha ido sustituyendo a experiencias significativas. Un claro ejemplo de ello es el uso que se hace de la tecnología en la etapa infantil pues, muchas familias, lejos de pasar tiempo de calidad con sus hijos o sus hijas, prefiere comprar dispositivos electrónicos como una tablet o un smartphone que hace que su imaginación y creatividad se vea limitada.
Asimismo, la idea de “menos es más” de Elschenbroich está relacionada con el concepto de “parvulario sin juguetes” que defiende Baviera ya que, la creatividad y la imaginación de los más pequeños y de las más pequeñas sale a la luz cuando se les permite explorar con su entorno más inmediato sin necesidad de interponer juguetes de por medio poco estimulantes para estos dos conceptos, creatividad e imaginación. Sin embargo, si los niños y las niñas realizan actividades al aire libre entrando en contacto con la naturaleza adquirirán mejores experiencias y un mayor bienestar pues, tal y como vivimos con la pandemia del COVID – 19, el hecho de pasar tiempo al aire libre proporciona un enfoque más equilibrado y centrado en el bienestar de los niños y de las niñas.
Por otro lado, me llama mucho la atención lo que se destaca en este post en relación a los casos de adolescentes que reclaman cariño, tiempo compartido y afecto sincero de manera real a sus familiares sin ser traducido por bienes materiales. Es decir, es realmente llamativo y preocupante ver cómo muchas familias transforman el sentimiento de cariño por regalos materiales cuando lo que sus hijos o sus hijas realmente reclaman y necesitan es la atención y el tiempo de calidad que pasan junto a sus seres queridos. Esto a su vez se relaciona con el “tener” y el “ser” ya que cuando no reciben dicha atención, cariño y tiempo de calidad, recurren a conductas agresivas o a conductas destructivas a modo de reclamo pues, no es que les falte cosas materiales como el último iPhone, les falta el afecto y el ser queridos y queridas por sus familias.
Para finalizar, creo que este post nos invita a que, como futuros profesionales y futuras profesionales de la educación, ya sea desde el ámbito pedagógico, psicológico o desde el cuerpo de maestros y maestras, nos paremos a pensar sobre el rumbo que está llevando la educación pues, considero que debemos enseñar tanto a las familias como a los niños y a las niñas que al final lo que nos produce una sonrisa antes de acostarnos son los momentos compartidos con las personas que apreciamos y no las cosas materiales que tenemos. Es por ello por lo que debemos poner especial atención en fomentar la conexión emocional con los niños y las niñas al pasar tiempo de calidad con ellos y ellas sin estímulos materiales.
La relación entre la abundancia material y el desarrollo emocional de los niños es un tema de gran relevancia, ya que vivimos en un mundo donde el consumismo está MUY extendido y es fácil “contagiar” a los más pequeños.
ResponderEliminarLa experiencia del "parvulario sin juguetes" en Baviera me parece un muy buen ejemplo de cómo la privación de esos estímulos materiales da paso al desarrollo de la creatividad. Al no tener juguetes, los niños se ven obligados a utilizar su imaginación y a interactuar con su entorno. Esto no solo fomenta la creatividad, sino que también les enseña a relacionarse con los demás, desarrollando habilidades sociales esenciales en la vida.
Sin embargo, en mi opinión la solución no radica únicamente en reducir la cantidad de juguetes. También, es fundamental mejorar el contexto emocional y social en el que se desarrollan los niños. Las relaciones intrafamiliares juegan un papel fundamental en el desarrollo de los/as niños/as como individuo. Cuando los adultos en la vida de un niño expresan amor de manera sana, se crea un ambiente seguro donde el niño puede explorar y crecer. Esto contrasta con la situación que se menciona en el texto por la que muchos adolescentes, a pesar de tener acceso a bienes materiales tienen sentimientos de vacío y comportamientos destructivos.
En conclusión , es importante reflexionar sobre el papel de la educación en valores. Enseñar a los/as niños/as valores como la empatía, la generosidad y la gratitud puede ayudar a paliar la mentalidad consumista en la que está envuelta la sociedad y a la que está expuesto/a indiferentemente a que desde la familia no se le introduzca, ya que les proporciona una base sólida para desarrollar relaciones saludables en su día a día.
Estoy completamente de acuerdo con lo que se expone en esta publicación. En la actualidad, los niños y niñas se ven rodeados de una gran abundancia de estímulos y recursos materiales, debido al consumismo que tenemos en nuestra sociedad. Es por ello, que en muchas ocasiones el desarrollo de la creatividad y otras habilidades de estos y estas se ven limitadas. Teniendo en cuenta que todos los juguetes que ellos tienen a su alcance están prefabricados, los niños y niñas no tienen la oportunidad de crear sus propios juegos creativos que les permitan desarrollar ciertas habilidades o aprender cosas nuevas.
ResponderEliminarAsimismo, en la gran mayoría de casos los padres compensan la falta de tiempo invertido con sus hijos e hijas con cosas materiales, considerando que de esta manera les muestran su afecto. No obstante, es crucial entender que los jóvenes necesitan poder tener tiempo de calidad con sus familias, además, ningún objeto que los menores puedan recibir puede sustituir la conexión o los diversos aspectos que pueden aprender a través de sus familias.
Las consecuencias de este exceso de recursos a edades tempranas se observan en la adolescencia, donde algunos jóvenes, que no se encuentran en un núcleo familiar estable y en el que tengan tiempo de calidad con todos los miembros de este, manifiestan comportamientos problemáticos. Esto demuestra que, en lugar de llenar el vacío emocional con objetos, los niños y niñas necesitan una socialización adecuada basada en límites claros, afecto y la enseñanza de valores.
Estoy completamente de acuerdo con el planteamiento expuesto en el texto. En primer lugar, la idea presentada en el libro de Elschenbroich, de que “menos es más”, es clave en el desarrollo integral de los niños. A menudo, en las sociedades desarrolladas, se tiende a confundir el bienestar infantil con el acceso a una gran cantidad de juguetes y estímulos materiales. Sin embargo, como bien señala el texto, esta sobreabundancia limita el desarrollo de la creatividad, la imaginación y la capacidad de disfrutar sin depender de objetos externos, aspectos que son fundamentales en las primeras etapas de la vida.
ResponderEliminarEl experimento del “parvulario sin juguetes” en Baviera es un ejemplo claro de cómo la ausencia de estímulos materiales puede potenciar en los niños habilidades cruciales como la fuerza interior, la creatividad y la capacidad de disfrutar del juego libre, sin necesidad de depender de productos de consumo. Esta experiencia muestra que los niños pueden desarrollar de forma más profunda sus habilidades sociales y emocionales cuando se les da la oportunidad de conectarse con su entorno y con ellos mismos.
También coincido con la crítica a la creencia extendida de que el afecto se manifiesta mediante el otorgamiento de bienes materiales. En lugar de ello, lo que realmente importa es el tiempo de calidad, el afecto y el acompañamiento emocional que los padres pueden ofrecer a sus hijos. Las familias que pueden proporcionar estos elementos esenciales, independientemente de su nivel económico, fomentan en los niños valores más elevados, como el altruismo, la equidad, el respeto y el valor por las cosas.
Finalmente, el texto también destaca los peligros de la sobreabundancia material en la educación, que puede llevar al desarraigo emocional y a la falta de límites claros, generando jóvenes que no logran valorar lo que tienen ni desarrollar un sentido moral sólido. Este análisis está en sintonía con la realidad que vivimos, en la que el exceso de bienes y la falta de tiempo compartido pueden resultar en una socialización defectuosa.
Estoy complemente de acuerdo con lo que se plantea en el texto. Se reflexiona sobre un fenómeno actual en las sociedades especialmente a la sobreabundancia de bienes materiales, particularmente en juguetes y su impacto negativo en los niños y niñas. Vivimos en una época donde los adultos consideran que una expresión de amor es regalarle a los niños y niñas cosas materiales como juguetes.
ResponderEliminarEs alarmante ver en los adolescentes como en algunos casos, la falta de límites y una carencia en sociabilización lleva a conductas violentas o destructivas y todo esto derivado a su vacío emocional reflejado desde el aburrimiento.
La filosofía del “menos es más”, considero que se debería de aplicar en todos los contextos de la vida. Ya que reducir el exceso de cosas materiales no es una cuestión sino una oportunidad de aprender lo que realmente nos importa.
La experiencia del “parvulario sin juguetes” en Baviera me parece una propuesta alucinante. A veces creemos que cuanto más le damos al niño, mejor estarán, pero olvidamos de lo que realmente es lo más valioso para ellos y ellas necesitan que es atención, experiencias, cariño, tiempo para compartir, para que aprendan a valorar lo simple y disfrutar de lo esencial.
En definitiva, deberíamos de replantearnos nuestras prioridades como sociedad, ya que la acumulación de objetos no nos enriquece. Y realmente, lo que nos llevamos en la vida es disfrutar del tiempo de calidad, experiencias.
Este post me resulta bastante interesante, ya que nos ofrece la oportunidad de dar una vuelta al modelo de consumo actual, marcado por la necesidad del tener por tener. La crítica va enfocada a la infancia, pero siento que también hay que analizar cómo ese consumismo nos afecta como personas adultas. Actualmente, considero que hay una obsesión enfermiza con los bienes materiales, con tener cualquier cosa que veamos sin pararnos a pensar si realmente es una necesidad. No digo que cada uno no pueda hacer lo que quiera con su dinero, faltaría más, pero a veces me da la sensación de que esa obsesión nos hace caer en la idea de que más es mejor.
ResponderEliminarAunque me vaya un poco por las ramas, siento que las compras online, así como las cadenas de moda rápida, e incluso el acceso a redes sociales llenas de influencers que nos hablan de las últimas tendencias y de lo mucho que necesitamos lo que sea que estén promocionando en ese momento, estimulan esa necesidad de comprar. La posibilidad de tener cosas nuevas constantemente, que están a la moda, a un precio asequible y sin tener que hacer largas colas, es una idea atractiva para la inmensa mayoría de personas y, especialmente, para aquellas personitas que aún están en desarrollo y que suelen ser más influenciables.
Volviendo al tema principal del post, ¿cuántas veces habré visto a niños y niñas a las que le regalan un juguete nuevo y prefieren jugar con la caja? Somos los mismos adultos los que, dentro de nuestra idea de lo novedoso, estamos coartando la imaginación y diversión de nuestros pequeños. Además, a través del regalo constante de juguetes, la imagen que les ofrecemos es que, efectivamente, el gasto de dinero o la cantidad de posesiones, determina el valor de la persona.
Para no extenderme más, me gustaría concluir que ya sea por comodidad, conformismo o por lo que se “lleva”, caemos en el error de pensar que ellos y ellas serán felices cuanto mayor gasto monetario hayamos hecho pensando en su felicidad. Y, sin embargo, no nos damos cuenta de que siempre será más valioso y rico un vínculo real y tiempo de calidad compartido, que un trozo de plástico con forma de dinosaurio.
La primera palabra que me ha venido a la mente tras finalizar la lectura de este escrito es aburrimiento. La importancia de aburrirse y de dejar como adultos, que los niños y las niñas se aburran, que se vean "obligados" a pensar, observar, buscar, descubrir, crear, etc. En definitiva, permitir que los niños y las niñas, sean eso, niños y niñas.
ResponderEliminarNuestro deber, como adultos, es utilizar todas las herramientas que se encuentren a nuestro alcance para favorecer un proceso de enseñanza-aprendizaje significativo. Acompañando, ayudando, guiando, etc. Pero, al final, como suele ocurrir, el idealismo se encuentra con el realismo.
La sociedad avanza rápidamente: el trabajo, la educación, la ropa, la comida que consumimos, etc. Actualmente, todo funciona más rápido, lo que desde mi perspectiva influye en que en pocos ámbitos podamos hablar de calidad. La educación y los límites que las familias ponen en práctica con sus hijos e hijas no es un ámbito excluido de esta rapidez, lo que lleva a que, aun teniendo numerosa información sobre la importancia de la infancia en el correcto desarrollo físico y psicológico de una persona, así como de su personalidad, no se le preste la atención que debería. El trabajo, las dificultades para conciliar, la rutina, etc., termina desembocando en el uso del consumismo para conseguir el amor, el respeto, la admiración, que no se está consiguiendo a través del mejor regalo que un adulto le puede dar a los niños y las niñas: tiempo.
Tiempo para jugar, tiempo para imaginar, tiempo para hablar, etc. En definitiva, tiempo de calidad y ese tiempo, que no vuelve, nunca va a poder superar a un sin fin de juguetes. ¡Ojo! No digo que los juguetes nos sean importantes y que los regalos no sean valiosos; lo son. Pero, al margen de lo rápido que avance la sociedad, nunca podrán ser un abrazo en un mal momento, unas palabras de apoyo por haber suspendido un examen o un beso de buenas noches.
Lucía Gracia Fraile, alumna del Máster Universitario en Intervención Psicopedagógica en Contextos de Educación Formal y No Formal de la Universidad de La Laguna.
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ResponderEliminarComo alguien que ha vivido la humildad en sus primeros años de vida en Suramérica y luego experimentado el contraste al llegar a Tenerife, encuentro este texto profundamente revelador. Al crecer en un ambiente donde los recursos eran limitados, aprendí a valorar lo esencial, a ser creativa con lo que tenía a mano y a disfrutar de los pequeños momentos con mi familia y amigos/as. El cambio al "primer mundo" me mostró cómo la acumulación de cosas, más que llenar, puede vaciar el espíritu. Los/as niños/as aquí parecen rodeados/as de objetos que no necesariamente les ofrecen una verdadera satisfacción, y se confunde el cariño con el acto de regalar cosas materiales. La vida sencilla me enseñó a apreciar lo intangible, algo que parece perdido en las sociedades más acomodadas. En relación a todo esto, siempre me gusta recordar una frase que dijo Gandalf en una de las películas de "El Hobbit":
ResponderEliminar"Saruman opina que sólo un gran poder puede contener el mal, pero eso no es lo que yo he aprendido. He aprendido que son los detalles cotidianos, los gestos de la gente corriente, los que mantienen el mal a raya. Los actos sencillos de amor."
En un mundo donde, como señala el texto, se valora más el tener que el ser, Gandalf nos ofrece una lección similar: la grandeza no reside en la abundancia o el poder material, sino en los pequeños gestos, en el cariño y en la bondad, valores que a menudo encontramos más fácilmente en quienes han vivido en humildad, alejados del exceso. Al final, es esa simplicidad la que nos lleva a una vida más plena y equilibrada.
Estoy completamente de acuerdo en que no debemos sobrecargar a los niños con demasiadas posesiones, ya que, al final, se prioriza el tener sobre el ser. En mi infancia, no conté con muchas cosas materiales, lo que me ha llevado a valorar cada logro que he conseguido a lo largo de los años. Esta experiencia también ha contribuido a mi independencia; por ejemplo, compré mi primer portátil vendiendo figuras de Pyssla, y le tengo un aprecio especial, lo he cuidado con esmero a lo largo del tiempo.
ResponderEliminarSin embargo, es importante considerar que no todos los padres pueden dedicar el tiempo necesario a sus hijos. En la actualidad, mis padres se encuentran en una situación económica difícil, y si la capacidad adquisitiva de las familias continúa disminuyendo —un fenómeno que no solo se relaciona con los salarios, sino también con el aumento de precios— podrían verse obligados a buscar un segundo empleo. Esto podría llevarme a mí, en un futuro cercano, a tener que equilibrar mis estudios con un trabajo, algo que habría sido impensable años atrás. Por fortuna, estoy terminando mis estudios este año, y el próximo podré trabajar e independizarme, lo que reducirá los costos para mis padres.
Recuerdo que cuando les pedí que me dejaran trabajar a los 16 años, se negaron para que pudiera concentrarme en mi futuro académico. Sin embargo, si nos encontráramos en una situación similar hoy, no estoy tan segura de que tomaran la misma decisión. Esta reflexión me lleva a considerar la crítica de Byung-Chul Han sobre la "sociedad del cansancio", donde la presión por el rendimiento y la búsqueda constante de éxito generan un estado de agotamiento en los individuos. Esta presión no solo afecta a los jóvenes, que deben lidiar con expectativas cada vez más altas, sino también a las familias, que se ven forzadas a trabajar más para mantener un nivel de vida que se vuelve insostenible. En este contexto, se corre el riesgo de que el "tener" se convierta en una prioridad sobre el "ser", lo que puede llevar a las personas a perder el sentido de lo que realmente importa en su desarrollo personal.
Han, B.-C. (2015). La sociedad del cansancio. Herder.
El post me ha llevado a reflexionar y encontrar similitudes con nuestros ancestros. Si miramos atrás y pensamos en como hemos evolucionado puede que algunas respuestas sean tan simples como que 100k años puede que no sean suficientes en la adaptación del avance social que ha tenido nuestra especie en tan poco tiempo. Hace 50k años o mismo 1k años atrás, las relaciones eran muy diferentes, teníamos inputs nada parecidos a los que tiene un niño hoy en día. Si podemos imaginarlo veríamos que juguetes y concesiones serían mínimas, el proceso de introspección sería mucho mayor al no tener la atención en tantos estímulos, o al menos como los de hoy día; serían mucho más relacionados con nuestra naturaleza y el entorno, no basados en la virtualidad o la abundancia que acaba por aburrir.
ResponderEliminarCon ello me vienen recuerdos de mi infancia cuando prefería perderme o explorando con amigos en el entorno de mi barrio buscando bichos, jugando con palos y subiendo a montones de tierra para ver que se veía desde arriba mientras tenia una habitación con algunas cajas de juguetes q solo usé unas pocas veces. Por otro lado también me harecordado a una experiencia que nos explicó una compañera de Grado musulmana relacionado con el Ramadán. La visión que nos quiso mostrar era sobre el llevar a cierto límite el cuerpo, aportándole mucho menos de lo que se le aporta normalmente en el aspecto fisiológico o físico, esto indudablemente afectaba al plano mental. Sostenía que la satisfacción que surgía al cabo de unos 8 o 10 días, llenaba más que la aportación de alimentos anterior o la abundancia en el plano material. Su frase exacta creo recordar que fue "cuando le privas a tu cuerpo de tantas cosas que le sobran realmente, comienzas a sentirte mucho mas poderoso física y mentalmente".
Leyendo el post, me hace pensar en cómo hemos llegado a una sociedad en la que, desde tan pequeños/as, el consumo y la sobreabundancia han desplazado cosas más esenciales como la creatividad, la conexión emocional y el tiempo compartido. Me pregunto si realmente somos consientes de los efectos que esto está teniendo en los/as niños/as y en el tipo de personas que se están formando.
ResponderEliminarConsidero que es fácil caer en la tentación de creer que dándoles todo lo material a los/as niños/as, les estamos proporcionando una infancia feliz. Sin embargo, me parece que esto refleja una gran inseguridad como adultos, una necesidad de compensar con cosas físicas lo que quizás no logramos entregar en forma de tiempo, atención y cariño. Yo misma cuando miro a mi alrededor, noto que a veces medir el afecto en términos de regalos o juguetes se ha vuelto casi una norma, y eso me hace cuestionar ¿Cuándo empezamos a pensar que el amor podía comprarse de esa manera?.
El concepto "parvulario sin juguetes" me parece brillante, porque nos recuerda lo poderoso que puede ser el vacío para dejar espacio a la imaginación y a la creatividad innata de los/as niños/as. Gracias a este concepto, pude recordar que algunos de mis momentos más felices no fueron jugando con juguetes, sino inventando juegos con mis amigos/as o mi familia, usando cualquier cosa que encontrábamos a nuestro alrededor, dándonos cuenta de que "menos es más".
Además, el post, desde mi punto de vista, toca un tema profundo a la hora de hablar de la diferencia entre "tener" y "ser". Actualmente, nosotros como sociedad hemos hecho de la acumulación un sinónimo de éxito, cuando en realidad el verdadero éxito debería radicar en la calidad de nuestras relaciones y la capacidad para disfrutar del presente. Todos/as nos hemos visto en algún momento en el círculo de querer más y más sin detenernos a pensar si eso realmente nos llena, es como si estuviéramos buscando en lo material lo que nos falta en lo emocional.
En definitiva, creo que este post no solo habla de niños/as, sino también de nosotros como adultos. Es por ello, que nos obliga a preguntarnos ¿Cómo estamos contribuyendo a la formación de una sociedad más consciente, menos consumistas y más conectada emocionalmente?. Tal vez, sea la hora de cambiar el enfoque y dejar de lado la idea de que podemos llenar vacíos emocionales con objetos, para empezar a crear espacios donde realmente estemos presentes, donde podamos ser en vez de tener.
Estoy completamente de acuerdo con lo que se ha expuesto en este artículo, ya que el concepto de que “menos es más” resulta fundamental en un mundo donde la sobreabundancia puede conducir a la pérdida de conexión emocional.
ResponderEliminarEn la actualidad, vivimos en una sociedad que otorga mayor relevancia a lo material que a lo verdaderamente esencial. Este consumismo da la necesidad de poseer lo que otros tienen, o incluso de superarlo, aunque no sea algo necesario en nuestras vidas. Esta búsqueda de aprobación a menudo se convierte en una forma de encajar o de aparentar.
Al analizar nuestra sociedad, es evidente que lo material está desplazando esas relaciones esenciales para los niños y niñas. Los momentos que deberían compartir con familiares y amigos se ven opacados por la acumulación de objetos materiales. Por esta razón, creo firmemente que la educación en valores para los niños y niñas no debe depender únicamente de las posesiones materiales o de los regalos que reciben de sus familias. Sin embargo, es lamentable que muchos padres y madres ceden a comprar caprichos para sus hijos/as siempre que estos se los pidan.
En definitiva, estamos permitiendo que las apariencias nos influyan, lo cual tiene consecuencias negativas. La acumulación de objetos no solo promueve la competencia y la necesidad de aprobación, sino que también impacta de manera adversa en las relaciones emocionales, especialmente en los niños y niñas.
En relación a lo descrito destaco dos idea fundamentales: tener prima sobre el ser y aquellos niños educados desde la abundancia carecen de la capacidad de valorar cualquier tipo de bien.
ResponderEliminarMi idea o premisa base parte del pensamiento de que desde el aburrimiento es dónde se genera el conocimiento. Se crea un espacio para razonar, reflexionar, observar con mayor detenimiento y en consecuencia, valorar y percibir aquello que nos rodea. El ansia tan instalada en la sociedad actual por abarcar lo mayor posible implica el nacimiento del egoísmo, del consumismo y de demostrar que yo tengo más que tú. Quizá de ahí deriven los grandes auges o mermas en las autoestimas de los jovenes actuales. Su valor se mide en comparación a las pertenencias del otro y no en base a lo conseguido por uno mismo/a.
La educación debería basarse no tanto en el aporte de todo aquello que esté a su alcance como padre/madre, sino en el descubrimiento de aquello que el menor encuentre interesante, que despierte su creatividad, sus ganas de aprender más, de curiosidad, cuestionarse. Es ahí donde seguramente los cimientos se vuelvan mucho más pesados, firmes y seguros.
Cabe destacar la importancia de la guía adecuada y de la orientación de las personas en sus primeros años de vida, y de lo que esto realmente significa.
ResponderEliminar¿Es verdaderamente el darles todas las oportunidades lo mejor que puedes hacer por tus hijos?
Se entiende en este texto que puede ser prioritario el instituir el deseo por obtener oportunidades, más que simplemente darlas.
"Dame un pez y dependo de ti, dame una caña y dependo de mi", considero que esto refleja muy bien la idea que entiendo de este texto.
Creo que el valor de las oportunidades y el significado de la propia palabra valor; están en un punto de inflexión a nivel social. Debiéndose, en parte, a la dificultad de atribuir estos significados correctamente; por aquellos que si deberían de conocerlo.
Muchos niños no necesitan juguetes que se les pueden regalar sus padres, no necesitan materiales, necesitan atención y amor. El desarrollo emocional de un niño o de una niña no se puede basar en el amor dado a través de algún objeto físico para llenar la ausencia de sus padres. El mejor regalo que le podemos hacer a los niños es dar de nuestra persona y de nuestro tiempo.
ResponderEliminarLa idea de regalar siempre más es una idea llevada por la sociedad de consumidores, una sociedad en la que siempre se tiene que consumir más, llegar a tener los últimos juguetes, las últimas tecnologías… Pero los valores no se pueden enseñar así, los valores se enseñan con la razón, no hay por qué comprar todos los juguetes que se acaban de poner en el mercado, muchas veces, los niños terminan sin jugar con ellos, todavía en un estado perfectamente nuevo. Esta idea se enfrenta también a la idea que muchos niños y niñas de familias económicamente restringidas no se puede permitir el lujo de comprar todo lo que les gustaría, pero no son menos felices por ello.
Es evidente que la sobreabundancia material en la crianza moderna es palpable y sus efectos, negativos (falta de creatividad y el desapego emocional en los niños). Sin embargo, aunque la crítica al consumismo es válida, el problema se reduce a atribuir los comportamientos antisociales de los adolescentes exclusivamente a la falta de límites y afecto en familias acomodadas, sin considerar por ejemplo otros factores sociales, psicológicos o culturales. Además, la propuesta de "menos es más", aunque interesante y útil, parece irreal ya que no se expone un enfoque más práctico sobre cómo las familias pueden equilibrar ambas partes (la presión del entorno consumista con la crianza basada en valores más profundos)
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